Agustín Canapino se impuso en los 200 Kilómetros de Buenos Aires del TC 2000 como invitado de Damián Fineschi, conduciendo un Chevrolet Cruze que tuvo un significado especial para el piloto de Arrecifes: fue el último vehículo diseñado por su padre, Alberto Canapino, a finales de 2020. Este triunfo marca su vuelta a la victoria luego de su paso por la IndyCar, y en el podio no pudo contener las lágrimas y dejó declaraciones que generaron revuelo.
El Titán de Arrecifes comenzó su participación el sábado, corriendo el Sprint de invitados. El domingo, Fineschi lideró el inicio de la carrera principal, pero un problema con los cinturones de seguridad durante el cambio de pilotos le hizo perder tiempo valioso en boxes, complicando su posición.
Matías Rossi tomó la delantera al subirse a su Toyota Corolla, acompañado por José María «Pechito» López, mientras que Leonel Pernía y Marcelo Ciarrocchi lo seguían de cerca. Sin embargo, Canapino, con una gran actuación, logró superar tanto al cordobés como al tandilense, colocándose detrás de Rossi.
El momento decisivo llegó tras un relanzamiento. Canapino hizo una maniobra audaz al pelear la posición con Rossi, superándolo en la salida del Curvón de la «S del Ciervo» para quedarse con el primer lugar. Una vez que cruzó la meta, el piloto se quebró en llanto, emocionado por haber ganado con el coche que su padre, fallecido en 2021, había construido.
En el podio, Canapino expresó su emoción y alivio: “Fue un año muy duro para mí, me la hicieron pasar muy mal y ahora esto es una descarga muy grande”. Aunque se le preguntó a quién se refería, el piloto optó por no entrar en detalles, soltó a la pasada un “ya está” e indicó: «Me acuerdo mucho de mi papá. Lo extraño muchísimo».
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