La Fiera, figura de Newell’s y de la Selección en tres mundiales, reunió a cracks e ídolos de distintas épocas y para distintas generaciones: desde Gabriel Batistuta y Ariel Ortega hasta Leandro Paredes, desde Gerardo Martino o Gabriel Heinze hasta Lionel Scaloni. Varias décadas de los mejores del fútbol argentino en una misma noche y en un mismo lugar. La Pulga dibujó varios goles y el Fideo recibió un inesperado tributo: “Hay que dejar de pensar un poco en una camiseta o en otra. El fútbol es para disfrutarlo. Estoy muy agradecido”, dijo.
noche, en el Coloso del Parque Independencia de Rosario, ocurrieron algunas escenas de las que Maxi Rodríguez podría jactarse toda su vida. No solo por ser el artífice de que los fanáticos y las fanáticas de Newell’s –y de Argentina– vean a Lionel Messi jugar en ese estadio y hacer hermosos goles como los que suele hacer; o porque generó que en el estadio de Newell’s se ovacionara a un canalla como el Fideo Ángel Di María; sino porque reunió a cracks e ídolos de distintas épocas y para distintas generaciones: desde Gabriel Batistuta o Ariel Ortega hasta Leandro Paredes o Di María, desde Gerardo Martino hasta Lionel Scaloni. Varias décadas de los mejores del fútbol argentino en una misma noche y en un mismo lugar. Gracias y chapeau.
Los partidos homenajes o despedida siempre son relativos. O aburridos. O en joda. Y está bien que así sea: la gente va a divertirse, a disfrutar ver otra vez en acción –con pantalones cortos y medios– a viejas glorias, algunas transformadas en entrenadores, y otras quizás alejadas del fútbol, como por ejemplo Juan Pablo Sorín, David Trezeguet o Ariel Ortega, parte del partido que se jugó anoche.
Antes del encuentro hubo un show de luces y un breve discurso del homenajeado, quien al borde de las lágrimas les agradeció a sus amigos la presencia, a su familia y a todo el “pueblo leproso”. La Sole –Soledad Pastorutti– cantó el himno mientras Maxi y sus invitados disfrutaban de todo. En esa grada , Maxi se paró al lado de Messi y del presidente de Newell’s, Ignacio Astore. Bien cerca estaban el Tata Martino; el presidente de la AFA, Claudio Tapia; el de la Conmebol, Alejandro Domínguez; y los técnicos de River, Martín Demichelis, el de Racing, Fernando Gago, y el de la Lepra, Gabriel Heinze. Maxi jugó con el Gringo en la Selección en los Mundiales 2006 y 2010, mientras que con Micho y Gago integraron el plantel en Brasil 2014. De hecho, con el DT de River compartió la habitación durante esa Copa del Mundo en la que Argentina llegó a la final, justamente tras la definición por penales contra Holanda que selló Maxi.
Cuando hablaban todos los invitados, remarcan que estaban ahí como actores de reparto: el protagonista era Maxi Rodríguez. Y a Di María, cuando le preguntaron por ese aplauso sorpresivo, dejó una frase que podría ser la más linda de la noche, acaso para difundir en escuelas, bares y estadios: “Es algo lindo. Se nota que se puede. Es solamente ponerle un poco de voluntad. Hay que dejar de pensar un poco en una camiseta o en otra. El fútbol es para disfrutarlo. Estoy muy agradecido”. Una enseñanza en una noche inolvidable. De Rosario, de Newell’s, de Messi, de Di María. Pero, sobre todo, de Maxi Rodríguez.
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